Vie. Abr 19th, 2024

Aún me acuerdo de esos días familiares en los que mi abuelo, en un intento por hacer que comprendiéramos y apreciáramos todo aquello que teníamos, nos acababa contando lo difícil que era la vida en su época y cómo tenían que trabajar de sol a sol en el campo para con suerte conseguir tener un plato de comida caliente al día. Y matizo: “un plato caliente de comida al día». O comían o cenaban, no había dinero para más. Había que conformarse con eso, lo cual ya era todo un lujo.

emigrantes espaoles

Nos contaba cómo tenía que vivir toda la familia (abuelos, padres, hijos…) hacinada en la misma vivienda, porque no podían permitirse independizarse debido al escaso trabajo que había y lo mal pagado que estaba y cómo la gente, harta de vivir en estas condiciones u otras peores, acababa emigrando en busca de nuevas oportunidades a países con mejores condiciones de vida, como Argentina o Alemania. En aquella época, España era muy conocida por ser “un país de emigrantes”.

Todo esto me lo contaba mi abuelo hace años, cuando España se había convertido en un país de oportunidades, donde había trabajo y sueldos aceptables, donde la clase media y baja podía permitirse una vida bastante aceptable, y donde los jóvenes podían permitirse independizarse sin necesidad de morir de hambre por ello.

Desgraciadamente, pocos años después, estás conversaciones vuelven a repetirse, pero con un matiz más oscuro y preocupante. Ahora ya no es mi abuelo quien me cuenta estas historias. Soy yo, su nieto, el que se las cuenta a él. Y es que la situación actual nos está haciendo pasar por las mismas penurias. El paro ha llegado este mes de Septiembre a nada menos que  4.705.279 personas, de las cuales casi 2 millones no cobran ninguna prestación por desempleo.

Y eso nos ha llevado de nuevo a muchas familias a vivir hacinados en una vivienda, lo que ya se puede considerar también un lujo, si pensamos que desde que empezó la crisis más de 400.000 familias han sido desahuciadas al no poder hacer frente al pago de la hipoteca, debido a la pérdida de su empleo o la bajada de su sueldo. Y volvemos a vivir una terrible realidad, y es que para muchos en este país, empezando por los casi 2.000.000 de personas sin prestación por desempleo, tener un solo plato de comida caliente al día se ha convertido de nuevo en un lujo.

Nos hemos convertido en un país donde nuestros jóvenes con gran formación académica no tienen ninguna salida laboral, y los pocos que lo consiguen lo hacen a cambios de sueldos ridículos, que casi no dan para pagar el alquiler y su manutención.

Pero por desgracia la cosa no acaba ahí, ya que, según los últimos estudios, más del 25% de los niños españoles viven por debajo del umbral de la pobreza. Y peor aún, se espera que todas estas cifran negativas vayan en aumento, según pase el tiempo, sin vislumbrar en el horizonte una fecha clara de cuándo empezará a invertirse esta tendencia. Todo ello ha provocado que sólo el año pasado 507.740 personas emigraran de España a otros países con la esperanza de una vida mejor, lo que demuestra que España vuelve a ser, otra vez, “un país de emigrantes”.

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